lunes, 14 de marzo de 2016

PRÁCTICA 2


AUTOBIOGRAFÍA LECTORA

No he crecido en un ambiente en el que se leyera a diario, por lo que no creo en aquellas personas que afirman que un niño lee solamente si ve a sus padres leer. Aunque siempre he querido dedicarme a la docencia, el gusto por las letras, en este caso por los libros, comenzó sobre los catorce años. Es cierto que con esa edad mis lecturas eran las de cualquier adolescente de aquellos años. A las lecturas obligatorias del instituto se sumaban títulos como A tres metros sobre el cielo, de Federico Moccia, o la tan criticada saga de Stephanie Meyer, Crepúsculo.

Con el paso de los años y el transcurso de la carrera, las grandes obras de la literatura española, hispanoamericana e inglesa han adquirido todo el protagonismo de una biblioteca personal que iba creciendo poco a poco. Autores como García Márquez, Carmen Laforet o Rosa Montero, y novelas como Cien años de soledad, Nada o Te trataré como a una reina han estado muy presentes.

Aunque no he dejado de lado la lectura de las obras más importantes de la literatura española, en los últimos meses he prestado atención a otras como Muerte en el Nilo, de Agatha Christie; Noches sin dormir: último invierno en Nueva York, de Elvira Lindo; o, Todo un viaje, de la actriz Silvia Abascal, entre otras. Pero, sin ninguna duda, el escritor que con todas sus novelas me ha hecho reír, llorar y disfrutar de cada página es Màxim Huerta. Los prejuicios que se puedan tener ante un escritor conocido por su trabajo como periodista terminan en el momento en que lees su cuarta novela, La noche soñada, un cúmulo de sentimientos y sensaciones que consiguen atraparte de principio a fin.

      Por último, en los últimos meses he compaginado la lectura con las series en VOSE, entre las que debo destacar Bates Motel, Chicago Fire o How to get away with murder.

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