AUTOBIOGRAFÍA LECTORA
No
he crecido en un ambiente en el que se leyera a diario, por lo que no creo en
aquellas personas que afirman que un niño lee solamente si ve a sus padres
leer. Aunque siempre he querido dedicarme a la docencia, el gusto por las
letras, en este caso por los libros, comenzó sobre los catorce años. Es cierto
que con esa edad mis lecturas eran las de cualquier adolescente de aquellos
años. A las lecturas obligatorias del instituto se sumaban títulos como A tres metros sobre el cielo, de Federico
Moccia, o la tan criticada saga de Stephanie Meyer, Crepúsculo.
Con
el paso de los años y el transcurso de la carrera, las grandes obras de la
literatura española, hispanoamericana e inglesa han adquirido todo el
protagonismo de una biblioteca personal que iba creciendo poco a poco. Autores
como García Márquez, Carmen Laforet o Rosa Montero, y novelas como Cien años de soledad, Nada o Te trataré como a una reina han estado muy presentes.
Aunque
no he dejado de lado la lectura de las obras más importantes de la literatura
española, en los últimos meses he prestado atención a otras como Muerte en el Nilo, de Agatha Christie; Noches sin dormir: último invierno en Nueva
York, de Elvira Lindo; o, Todo un
viaje, de la actriz Silvia Abascal, entre otras. Pero, sin ninguna duda, el
escritor que con todas sus novelas me ha hecho reír, llorar y disfrutar de cada
página es Màxim Huerta. Los prejuicios que se puedan tener ante un escritor
conocido por su trabajo como periodista terminan en el momento en que lees su
cuarta novela, La noche soñada, un cúmulo de
sentimientos y sensaciones que consiguen atraparte de principio a fin.
Por último, en los últimos meses he
compaginado la lectura con las series en VOSE, entre las que debo destacar Bates Motel, Chicago Fire o How to get
away with murder.
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